jueves, 27 de febrero de 2014

This is the end - Crítica

Obviamente, al empezar a ver This is the end no tenía expectativas muy altas, ya que se veía como las miles de comedias que reúnen un reparto de estrellas de cierto género (véase Valentine's day, New year) y empiezan a lanzar líneas argumentales a lo que me importa. La verdad era que no estaba muy entusiasmado. Sin embargo, cuando terminé de verla agradecí la falta de expectativas al comienzo, ya que es fácil alcanzarlas y sobrepasarlas. Tampoco se engañen, sigue siendo una película de comedia que reúne a muchas estrellas del mundo de la comedia y de la cultura pop actual, y que arroja a la cara del espectador lluvias de gags para quizás acertarla con alguno y hacerle reir. Vayamos un poco más en profundidad.



Si empezamos por el argumento, nos damos cuenta que no es ninguna obra maestra, ni siquiera está bien estructurada. Todos los hilos argumentales quedan unidos muy pobremente y muy pocos cierran completamente. Hay muchas cosas que pasan y no hay ningún hilo conductor que las vincule. Y cuando digo muchas cosas, son MUCHAS cosas, porque esta película lo que no tiene de racional definitivamente lo tiene de loca. Eso es algo digno de resaltar, ya que no se guardaron nada, incluso en el final hay una pequeña sorpresa para la nostalgia (o todo lo contrario a la misma, lo dejo a su criterio). 


Junto al argumento se encuentra un guión bastante decente pero que queda opacado por la cantidad de gags consecutivos que le agregaron. Pero como no puede ser de otra forma, todo esto se encuentra dirigido con batuta por las manos primerizas de Seth Rogen (50/50, Knocked up) y Evan Goldberg en la dirección (cosa que se nota un poquitito).

Con respecto a los actores, no hay mucho que decir. Todos hacen un trabajo ok, algunos un poco más mediocres que otros pero siempre en una línea aceptable. Destaco especialmente a James Franco (127 hours, Milk) con su neurótica versión de sí mismo, a Jay Baruchel (She's out of my league, How to train your dragon) haciendo de la voz de la razón y el premio a la actuación más mediocre de Jonah Hill (Moneyball, The wolf of wall street). Acompañan de forma correcta un graciosísimo Craig Robinson y una sorpredentemente buena para la comedia Emma Watson.

Una última cosa que quiero destacar son los efectos especiales. No sé quiénes habrán sido los genios detrás de ellos pero la verdad es que me dejaron boquiabierto. Para ser una comedia apocalíptica, todos los efectos son más que satisfactorios hasta el punto en que el CGI casi ni se nota. Lo que más me impresionó fueron los efectos de las criaturas, los cuales denotan un gran trabajo y dedicación. Tranquilos, no voy a hacer ningún spoiler.

Aunque todo lo que dije recién no concuerda mucho con la primera idea de que la película no es tan mala como pintaba, es porque la película cumple un objetivo primordial, y ese es el de entretener. Y si algo hace este film es dar entretenimiento de primera. Si bien está plagada de gags estúpidos, logra sacarnos una sonrisa más de una vez. Si bien no tiene los mejores actores del mundo, estos ponen todo su empeño para sacarnos varias carcajadas. Y por último, si bien no es una muy buena película técnicamente, yo la disfruté como un idiota.

martes, 25 de febrero de 2014

12 años de esclavo - Crítica

Cargas ideológicas. ¿Qué podría venir a la cabeza cuando se habla de esto en una película? Y más aún, ¿qué significa que una obra posea carga ideológica? Y antes que cierren la página y busquen otra cosa para hacer, quiero avisar que no pretendo contestar esa pregunta (los más acérrimos críticos saben que hay millones de libros acerca de eso) pero sí ejemplificarla de alguna manera. Pero antes que nada, digamos que la carga ideológica cinematográfica es el grado en que una película habla sobre algo, comúnmente relacionado al tema de lo social. Así que sabiendo lo básico, adentrémonos en una película que de ideológica tiene hasta el título.

12 de años de esclavo es un drama dirigido por Steve McQueen (Hunger, Shame) que nos traslada a la lejana pero atroz época de 1850, cuando los derechos humanos eran solo síntomas de delirios febriles. El film se desarrolla en Estados Unidos, en los condados de Washington y Nueva Órleans (mayormente). La historia que nos cuenta McQueen es la de Solomon Northup, un violinista y músico afroamericano con sus papeles de libertad al día, quien desafortunadamente es engañado y cae en manos de esclavistas del condado de Nueva Órleans. En ese momento Solomon adquiere el nombre de Platt y pierde toda la libertad de la que alguna vez gozó, convirtiéndose en un mero esclavo que, para su desgracia, sabía leer y escribir. A partir de allí, comenzamos el viaje en el que acompañaremos a Solomon/Platt por esos 12 cruentos años de su vida.


Empecemos por el punto más fuerte del film, aunque encontrarlo es como tratar de buscar lo más rico de una paella española, simplemente es todo rico. Visto y considerando esto, lo que para mí es uno de los frentes de ataque más satisfactorios que usa McQueen en esta película son las actuaciones. Primero, como protagonista de esta odisea tenemos a un estupendo Chiwetel Ejiofor (2012, Children of Men) interpretando a Solomon Northup, en uno de sus mejores papeles hasta ahora. En segundo lugar, pero no menos importante, emerge de la nada la señorita Lupita Nyong'o con una performance que honestamente me dejó la boca abierta. Definitivamente, ambos actores son candidatos muy fuertes para el Oscar a mejor actor y mejor actriz de reparto de este año. Sin embargo, no hay que olvidarse del excelente reparto que completa la grilla, entre los cuales se destacan Michael Fassbender, Paul Dano, Brad Pitt, Sarah Paulson, Paul Giamatti, Alfre Woodard, entre otros.

Otro de los hilos centrales que sostiene a este film en lo alto es nada más y nada menos que la dirección de Steve McQueen. La cinematografía y la fuerza que irradia cada fotograma es de tal magnitud que en algunas escenas no necesita diálogo ni una tremenda actuación para expresar un sentimiento o incluso una idea, solo imagen y sonido. Cada escena, hasta las más cruentas, puede congelarse y enmarcarse conformando un cuadro exquisito que no podemos dejar de ver. Los enfoques y la fotografía que usa este señor son posiblemente de otro planeta, lo cual afirma y reafirma su claro talento innato con la cámara. Con una estupenda dirección de fotografía y un sonidista de aquellos, McQueen coordina un universo que se sale de la pantalla y queda impreso en nuestra mente. Inolvidable.

Obviamente que otros elementos entran en juego para hacer de esta película una de las mejores que vi en 2014 hasta ahora, y para agregar a McQueen a mi lista de directores predilectos. Entre esos elementos se encuentra un guión muy bien estructurado y potente, cargado de crítica social hacia esa época y hacia nosotros mismos, al ponernos en piel no solo de las víctimas sino también de los victimarios. Y aquí entra en juego lo que dije al principio sobre carga ideológica. Esta abunda en un sentido fluído, y esta no nos bombardea con pensamientos de odio sino que nos permite pensar y reflexionar sobre esa época y sobre las decisiones que cada uno de los personajes tomaba. Incluso, al final de la película, con unas simples frases y con ausencia de diálogo se nos comunica una posición del guionista con respecto a esta película. No es un guión superficial, sino que se mete en profundidad en el tema, "destripando" todos sus recovecos frente a nuestros ojos. Y digo esta palabra porque es así, no se nos da un segundo de descanso, porque el ritmo que tiene McQueen es bastante rapidito, así que no pestañeen... No, en serio. No pestañeen.


También, la ambientación, el diseño de vestuario y los efectos especiales son muy efectivos a la hora de terminar de construir esta gran obra, de la cual seguramente oiremos en los oscar de este año.

El único punto en contra que le reprocho a McQueen es el hecho de haberme hecho llorar como un marrano la mitad de la película. Pero fuera de eso, está todo más que perfecto. Este no es un film fácil de ver pero vale la pena echarle un vistazo, estoy seguro de que nadie se va a decepcionar.